Después de haber escrito varios post informativos para aquellos que van en la ruta en la que yo estoy, ha llegado la hora en la que no se precisen los post por pasos a seguir.
Hoy llevo ya una semana en Francia, después de haber hecho todo aquello que tenia planeado para poder salir, debo recalcar que hay que tener mucho valor para hacerlo, salir de Venezuela suena muy fácil, pero solo "suena", cuando te vas dando cuenta que el camino se hace más intenso, siempre surgen más preguntas.
Hoy llevo ya una semana en Francia, después de haber hecho todo aquello que tenia planeado para poder salir, debo recalcar que hay que tener mucho valor para hacerlo, salir de Venezuela suena muy fácil, pero solo "suena", cuando te vas dando cuenta que el camino se hace más intenso, siempre surgen más preguntas.
Quizás todo se resume en estar enfocados, tener paciencia y ser planificado, pero sin duda alguna hay una mano mágica que mueve al mundo que hace que las cosas estén en orden para que todo se dé. Esa ayuda a mi nunca me faltó.
Esta época que vive mi país la califico como la época en la que hemos micro-colonizado al mundo, antes no teníamos familiares regados por el mundo, ahora muchos lo tenemos. Y es por eso que cada vez más estamos habituados a ver a gente que se va, que toma el camino de "salir de Venezuela", de tomar esa ruta que nos aleja de nuestras costumbres, nuestras familias, nuestras comidas, nuestras historias y nos hace crear un espacio nuevo, buscando siempre tener presente nuestra esencia. Al menos, así lo veo. Ahora vivo en Francia, un país en el que franceses, africanos árabes y no árabes, indios, chinos, judíos y otras razas, viven o al menos lo intentan, todas unidas, quizás no mezcladas pero si formando parte de un colectivo.
El camino que he recorrido hasta ahora sé que apenas comienza, es un camino de verdes y maduras, de altibajos, en el que siempre hay que tener la firmeza que se tuvo al tomar la decisión de salir de su tierra. Y ser firme significa también buscar dentro de nuestros valores, de nuestras bases como persona.
Mi despedida de Venezuela duró un mes, aunque desde que me aceptaron en la Universidad de Toulouse ya estaba despidiéndome en silencio, de los sitios que me vieron crecer, de la gente que me vio progresar. El 31 de julio fue mi último día de trabajo en una empresa en la que trabaje por más de tres años. Creo que en ese momento ya estaba entrando en cuenta del cambio que iba a dar mi vida. Despedirme de personas con las que se han compartido tan gratos momentos hacen caer en cuenta de la decisión tomada, son cosas que te ponen en el suelo, cosa que te enseña a ver la realidad, no importa cómo, pero verla. Sin embargo, la madre de las despedidas es la de tus familiares y amigos, siempre pega, siempre salen lágrimas... pega bastante fuerte, porque por más tecnología que exista siempre se miden los kilómetros de separación.
Cuando me quedaban pocos días para mi viaje decidí no hacer cuidado a todo eso que comiese, tenia que reafirmar mis gustos alimenticios, claro, aumenté unos cuantos kilos, pero me quedaba la satisfacción de que llevaba otra vez esos sabores a mi memoria. Realmente comí de todo, además de las diversas parrillas que salen en tema despedida, jejeje, pero bueno, de eso se trata, de ir cayendo en cuenta.
Debo ahora andar un rato en bicicleta, para bajar unos kilitos
Salir de Venezuela me dejó una historia en cada paso, por más que intenté salir ileso, no pude. Para muchas personas, el aeropuerto de Maiquetía forma parte de la puerta de entrada a la locura, para mi en este caso fue la de salida, pues yo aún no me explico como ese aeropuerto puede estar tan lleno. Recomiendo llegar muy temprano. Ya no valen de mucho las 3 horas de anticipación. Pero, no pasa nada... me sentí tranquilo porque de una manera u otra ya estaba ahí, después de tanto rodar por esa Caracas buscando documentos, después de cuidar tanto esos documentos para que si me robaban no se los llevaran, jejeje, es el colmo, lo sé, pero uno debe ser realista, uno sabe que esta a la espera de que alguien te pare y te robe, bueno... no importa para nada un teléfono o una portátil, primero esta el pasaporte con la visa francesa de estudiante, que aunque para un delincuente no tenga valor, puede irse mezclada dentro de los despojos.
Memorias guardé de mi despedida y en una semana de mi estadía en Toulouse, las cargo fresquistas, esperando siempre mantenerlas conmigo, hasta ese día que vuelva...Y las refresque
Holaaa. Víctor Guedez me comentó de tú blog. Está buenísimo. No tuve la oportunidad de despedirme de ustedes. Pero les envío los mejores deseos a ambos. Muchísimo éxito. Tengo a una prima en París. Cualquier cosa avisen. Un abrazote. Ah saludos de Hugo Jejejeje.
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